A todo esto Nahuel a unos 80 metros nuestro, contra los juncos, al segundo tiro había clavado una trucha, nos avisó y dejamos los equipos y corrimos para allá, antes de llegar vimos el salto de una marrón que quería refugiarse en los juncos, Nahuel le ofreció a Claudio la caña para que tuviera su primera sensación con una trucha, Claudio aceptó y después de un ratito de combate la tenía entre sus manos.Seguimos con las clases y nos sorprendió el medio día, hicimos un break para comer unas empanadas y siempre charlando del tema predominante, la pesca, seguimos un rato más con las clases y cómo la tarde se presentaba muy ventosa y con llovisna decidimos dar por terminada la jornada y regresar a Meliquina. A esta altura Claudio, más que cliente era un amigo, reconocía sus avances y sobre todo reconocía los errores que había cometido pero ya entendía cómo corregirlos. Al otro día retornaba a Buenos Aires, pero como regresaba más o menos en 20 días ya arreglamos para hacer alguna salida, esta vez a algún río para probar sus conocimientos adquiridos, ahora sí con el agua a las rodillas.
Acá van unas fotos de Claudio a modo de premio a su perseverancia y atención a las indicaciones que le dí.